Sinopsis: Vivían en un pueblo dos hombres que se llamaban igual: Claus el Grande que tenía cuatro caballos, y Claus el Pequeño, dueño de uno solo. Durante toda la semana, Claus el Pequeño tenía que arar para el Grande, y prestarle su único caballo; luego Claus el Grande prestaba al otro sus cuatro caballos, pero sólo una vez a la semana: el domingo. Ese día, Claus el Pequeño se mostraba orgulloso arando con los cinco caballos y en cuanto pasaba la gente, gritaba «¡Arre mis cinco caballos!».
Esto no gustaba a Claus el Grande, que enfadado agarró un mazo y dio un golpe en la cabeza al caballo de Claus el Chico, y lo mató.
El pobre Claus, echándose a llorar, despellejó el animal muerto, puso la piel a secar al viento, la metió en un saco, que se cargó a la espalda, y emprendió el camino de la ciudad para ver si la vendía. Se hizo tarde y tuvo que pasar la noche fuera. Al día siguiente volvió al pueblo cargado de dinero y fue a verle Claus el Grande.