La asistente de la oficina del fiscal, Megan Worth, sabía que las vacaciones pagadas por el Departamento de Justicia tenían muchos inconvenientes. Especialmente, el de identificar al director del casino, Michael Vallaincour. Lo reconoció de inmediato. Michael había sido su primer amor, y la atracción entre ellos surgió tan potente como quince años atrás. Pero Michael ya no era el colegial rebelde que volvía locas a todas las jovencitas.
Estaba metido en un peligroso juego... y se suponía que ella debía desenmascararlo. Megan estaba muy confusa. Cuanto más tiempo pasaba con él, menos creía que Michael pudiera ser culpable... hasta que vio la prueba de su culpabilidad.