domingo, 27 de enero de 2019

Las velas


Sinopsis:                                                                                               Érase una vez una gran vela de cera, consciente de su alto rango y muy orgullosa de sí misma.

- Estoy hecha de cera, y me fundieron y dieron forma en un molde -decía-. Alumbro mejor y ardo más tiempo que las otras luces; mi sitio está en una araña o en un candelabro de plata.

A su lado había otra vela de sebo, celosa de la vida de su compañera:
- Debe ser una vida bien agradable la suya. Yo no soy sino de sebo, una vela sencilla, pero no puedo quejarme. Claro que es más distinguido haber nacido de cera que haber nacido de sebo, pero en este mundo nadie dispone de sí mismo. Tú estás en el salón, en un candelabro o en una araña de cristal; yo me quedo en la cocina. Pero tampoco es mal sitio; de allí sale la comida para toda la casa.

Precisamente esa noche se celebraba un baile en la mansión, la vela de cera debía lucir en un candelabro de plata y vería a personas distinguidísimas. La señora entregó la vela de sebo a un muchacho que se la llevó a a una casa pobre, la de una viuda con tres hijos que se apretujaban en una habitación reducida y de bajo techo, frente a la morada de los ricos señores.