Sinopsis: En una casa de Copenhague, en la calle del Este, se celebraba una gran reunión, a la que asistían muchos invitados. Los contertulios estaban ya sentados en el salón y a las mesas de juego, mientras en el vestíbulo, estaban sentadas dos mujeres, una de ellas joven, vieja la otra. Eran, ni más ni menos, dos hadas: la más joven, era la Felicidad. La más vieja parecía un tanto sombría, era la Preocupación.
La primera trajo par de chanclos que tenían la propiedad, a quien los calzara, de que todo deseo que guardara relación con el tiempo, el lugar o la duración, se cumpliría en el acto, y así el hombre encontrará finalmente la felicidad en este mundo. Pero el hada de la Preocupación le dijo que el hombre que hiciera uso de esa facultad sería muy desgraciado, y bendeciría el instante en que pudiera quitarse los chanclos.
De todas maneras, decidió dejar los chanclos de la suerte en el umbral de la puerta, pensando lo feliz que sería quien se los pusiera. El azar quiso que fuera el Consejero de Justicia quien, a la hora de despedirse, se calzase los chanclos de la suerte en lugar de los suyos y saliese con ellos a la calle.